jueves, 8 de septiembre de 2016

El espía irlandés que sedujo a una infanta y a una reina de España


En 1807, apareció en el Escorial, el palacio donde residía la familia real española. Se presentó como un aristócrata con un título nobiliario antiquísimo. Mientras que tomaba su paseo diario, la reina María Luisa de Parma vió a este joven apuesto. La reina que engañaba a su marido el rey Carlos IV con su primer ministro, Manuel Godoy, no dejó transcurrir mucho tiempo antes de dar la bienvenida al recién llegado en su alcoba. Lo que la reina no sabía es que su nuevo amante no era un aristócrata francés, sino James Florence Bourke, un espía irlandés que trabajaba para el gobierno británico.

María Luisa de Parma  FUENTE


La misión de Bourke era persuadir a la familia real española y a su gobierno a aliarse con los intereses británicos en contra de Napoleón. Bourke se dio cuenta de que el que mandaba en la corte era Godoy y se dedicó a tratar de ganar su confianza. Una vez a solas con Godoy, le entregó una nota en la que confirmaba la invasión francesa de España. Sin embargo, Godoy un hombre vanidoso y corrupto se negó a leerla. Bourke, revelando su verdadera identidad, lo amenazó con una pistola y le dijo que por su propio interés la leyese. Godoy convenció a su amante la reina, y a su marido cornudo, que sería de gran interés trabajar con los británicos.

James Bourket había nacido en Lorient, en Bretaña, Francia, el 5 de mayo de 1771. Era el hijo de Richard Bourke, un refugiado jacobita, que había servido en uno de los regimientos irlandeses del ejército francés. James y su hermano también se unieron al ejército francés. Mientras que su hermano Jean-Raymond-Charles, se convirtió en un general de Napoleón, la carrera de James en el ejército francés terminó en 1793, cuando su regimiento fue capturado por los británicos. Los británicos convirtieron a Bourke en uno de sus agentes.

Bourke tenía facilidad con los idiomas lo que le vino muy bien en su nuevo "oficio". Empleó muchos de los métodos que se ven en las películas de espías. Su atractivo personal también le vino muy bien.
Cuando los británicos lo enviaron a Buenos Aires. Antes de viajar a la ciudad, se detuvo en Río de Janeiro, donde la familia real portuguesa vivía en el exilio. Sedujo a la princesa Carlota (hija de María Luisa de Parma), que tenía la ambición de gobernar un imperio sudamericano. Pero ella tenía un rival, Ana O'Gorman, la bella esposa francesa de uno de los viejos conocidos de Bourke, Thomas O'Gorman, un comerciante de Ennis. En 1805, ella entró en contacto con James Bourke. Pronto se convirtieron en amantes.

Carlota Joaquina.jpg
Princesa Carlota  FUENTE

Bourke convenció a Ana para trabajar para el gobierno británico, que estaba desesperado por hacerse con el control de los lucrativos mercados de América del Sur. Cuatro años más tarde, Ana O'Gorman era la amante de Santiago de Liniers, virrey de Buenos Aires. Liniers se había convertido en un héroe en 1807 por frustrar dos invasiones inglesas a la ciudad. En Río, la princesa Carlota estaba celosa de la influencia y el poder de Ana. Bourke intentó tranquilizarla y le prometió acabar con ella. Cuando Bourke llegó a Buenos Aires, acusó a Liniers, de trabajar para Napoleón, e insinuó lo mismo de Ana. Liniers lo expulsó de Buenos Aires pero no pudo aguantar la presión de conservadores y liberales y fue sustituido por un virrey español, no antes de deportar a su amante a Brasil. Liniers sería posteriormente fusilado por los revolucionarios argentinos.

Ana O' Gorman  (La Perichona)  FUENTE

Tampoco se lograron las ambiciones de la princesa Carlota. En mayo de 1810, el último virrey español fue cesado y el camino quedó claro para aquellos que buscaban lograr una república argentina independiente.

Bourke se retiró en 1826, pero a los que participan en el trabajo encubierto, sus esfuerzos no suelen ser reconocidos. Murió en Lorient, Francia, en 1841.


Vía: Independent

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