En 1755, Lisboa, la capital del Imperio portugués y el tercer puerto más concurrido del mundo, estaba en su segunda edad de oro. El oro de Brasil había catapultado a la pequeña nación de nuevo a las altas esferas que había ocupado dos siglos antes. El día de Todos los Santos de ese año, todo esto llegó a su fin cuando un terremoto, acompañado de un tsunami y un incendio destruyó Lisboa. Cuarenta mil personas murieron (20 por ciento de la población lisboeta). Y se calcula que se perdió del 54 al 59% del PIB.
El terremoto que sacudió Europa y África comenzó en algún lugar a unos cientos de kilómetros al suroeste de Lisboa. Tuvo una intensidad de entre 8,5 y 9,1 en la escala Richter. La energía liberada fue asombrosa: el equivalente a 475 megatones de TNT o 32.000 bombas de Hiroshima. Era por lo menos tres veces más potente que la erupción volcánica de Krakatoa. Se sintió en sitios tan lejanos como Turku, en Finlandia.
Grabado Terremoto de Lisboa FUENTE |
A las diez menos cuarto de la mañana el primer temblor golpeó Lisboa. La mayor parte de la población de Lisboa estaba en la iglesia para la misa de diez. El temblor hizo de las iglesias lisboetas trampas mortales. Este primer temblor duró dos minutos, seguido por una pausa de un minuto, y luego un segundo temblor de dos minutos y medio. Después otra pausa de un minuto, y un último temblor el más importante que duró de tres a cuatro minutos. Por ejemplo el terremoto de Haití en 2010 duró sólo treinta y cinco segundos. Las réplicas continuaron en Lisboa durante un mes.
Después del último temblor, "una gran nube de polvo" cubrió la ciudad. Luego vino el segundo desastre: los tsunamis. El tsunami viajó a lo largo del océano, a velocidades de 500 a 600 kilómetros por hora y golpeó Lisboa en tres oleadas, destruyendo gran parte de la línea de costa. Pero el desastre final y el más destructivo aún no había llegado el fuego. El fuego comenzó en un centenar de lugares por toda la ciudad, en las iglesias, así como en viviendas particulares. Un fuerte viento extendió las llamas. Más de un millón y medio de kilómetros cuadrados fueron destruidos.
Pero la destrucción de Lisboa no sólo fue una tragedia por las pérdidas humanas, sino que también fue una tragedia de proporciones inimaginables por la destrucción del patrimonio. Decenas de iglesias, monasterios, palacios, escuelas y conventos fueron destruidos. Por ejemplo, el palacio del Marqués de Lourical fue destruido, junto con su contenido, más de doscientas pinturas de maestros como Tiziano, Correggio, y Rubens, y una biblioteca con dieciocho mil libros de gran valor y una importante colección de mapas y cartas portuguesas.
También desapareció el Palacio de la familia real portuguesa. Con todo su tesoro, así como sus pinturas, pero lo más importante, su Biblioteca dos Reis con sus 70.000 libros, entre ellos los diarios de viaje originales de Vasco de Gama. Los depósitos de diamantes de la India, el oro de Brasil, y especias de Asia y África...
Marqués de Pombal FUENTE |
En este vacío surge la figura de el Marqués de Pombal. Él era el Secretario de Estado de Exteriores de el Rey Don Jose I en 1750. Pombal se apoderó del poder. Su gobierno, que duraría 22 años, se caracterizó tanto por la crueldad, como por las reformas modernizadoras. Empujó a Portugal a la Ilustración, se desplazó el poder a la clase mercantil. Expulsó a los jesuitas, ejecutado y encarcelado a miles, y se vengó de los que le habían hecho daño durante su vida.
Vía: The Daily Beast