La práctica de tomar rehenes no es un fenómeno nuevo, ha existido desde la antigüedad, y fue una herramienta estratégica empleada por diversas civilizaciones de todo el mundo, sobre todo en tiempos de guerra. Había tratados de paz antiguos que requerían que la parte derrotada proporcionara rehenes a los vencedores. Estos rehenes servían como garantía para los vencedores que su enemigo derrotado no iría contra ellos otra vez. A menudo eran los hijos de los gobernantes vencidos los que eran utilizados como "escudos", en esos tratados.
Durante la campaña militar de Tutmosis III en Siria en el siglo XV aC, el faraón egipcio tomó rehenes de las diversas ciudades-estado que conquistó, y los llevó con él de regreso a Egipto. Estos rehenes eran los hijos de reyes. Allí serían educados en la cultura y la sociedad egipcia. Una vez que morían sus padres y regresaban a sus países de origen, se esperaba que fueran leales vasallos del Estado egipcio. Durante el Imperio Nuevo, los egipcios tenían una institución llamada el "kap", donde los príncipes extranjeros eran educados junto con los hijos de la élite egipcia.
Tutmosis III, golpeando a sus enemigos FUENTE |
Entre los príncipes extranjeros que se "graduaron" en el kap, uno fue Hekanefer, un príncipe de Miam en Nubia, que fue contemporáneo de Tutankamón. La influencia de la cultura egipcia en Hekanefer se puede ver en su tumba, donde se le dió sepultura según las costumbres egipcias. La tumba contenía la estatuilla funeraria egipcia conocida como ushebti.
Ushbeti de la tumba de Hekanefer FUENTE |
El concepto de la "kap" lo tomaron prestado los romanos. Para los romanos, la toma de rehenes a cambio de promesas de paz por parte del enemigo fue visto como un acto de clemencia. Algunos "enemigos", no estaban muy contentos con esto. Una de las razones para la renovación de hostilidades en la "Guerra de las Galias" , era que los galos estaban indignados con que sus niños fueran arrancados de su país como rehenes.
Herodes el Grande, rey de Judea, decidió enviar a sus hijos, Herodes Arquelao, Herodes Antipas y Felipe, a Roma como rehenes. Esta práctica continuó con el nieto de Herodes, Herodes Agripa, quien fue enviado a Roma poco después de la ejecución de su padre, Aristóbulo. Entre sus compañeros de estudios en Roma estaban los futuros emperadores Calígula y Claudio, con quien Agripa desarrolló fuertes lazos de amistad. Fue debido a estas relaciones que Agripa fue capaz de reunir todos los territorios gobernados por su abuelo, una hazaña que le valió el título de "el Grande".
Menos afortunado fue el emperador romano Valeriano. De acuerdo con el historiador bizantino, Zósimo, el emperador Valeriano deseó poner fin a la guerra con los sasánidas, ofreciéndoles dinero. El rey sasánida, Sapor I, sin embargo, envió a los embajadores de nuevo a Valeriano, con el mensaje que deseaba que el emperador fuese a parlamentar con él en persona. Valeriano accedió y fue a ver a Sapor con un pequeño séquito. En lugar de negociar las condiciones de paz, Valeriano fue capturado por los sasánidas, y terminó sus días como esclavo entre los persas.
Valeriano siendo humillado por Shapur I FUENTE |
Lactancio escribió que el emperador fue utilizado como un taburete humano siempre que Sapor quería montar su caballo. También afirma que nadie trató de vengar su captura, ni tampoco nadie exigió su vuelta. A su muerte, Valeriano, fue desollado, y su piel, se colocó como trofeo en el templo de los dioses bárbaros.
Vía: Ancient Origins