jueves, 23 de mayo de 2019

La menstruación y el Holocausto


La menstruación es un tema que no se nos viene a la mente cuando pensamos en el Holocausto. Pero para las mujeres en edad fértil que estaban en los campos de concentración, era una parte central de la experiencia inhumana de esos lugares.

Los períodos impactaban en las vidas de las  prisioneras en los campos, para muchas, la menstruación estaba relacionada con la vergüenza del sangrado en público. Igualmente, la amenorrea (pérdida del período) era una fuente de ansiedad.

El régimen totalitario de los campos trataba de acabar con la solidaridad humana, lo que los convertía en lugares muy aislados. Sin embargo la menstruación proporcionaba momentos de unión y solidaridad entre las reclusas: muchas mujeres mayores ayudaban a las adolescentes, que experimentaban su primer período.

Mujeres en Auschwitz  FUENTE

Después de la deportación a campamentos y guetos, debido a la desnutrición y el shock, un número significativo de mujeres en edad reproductiva dejaron de menstruar. Muchas temían quedarse infértiles después de que sus cuerpos se vieran obligados a alcanzar sus límites. Independientemente de la fe, la cultura o la nacionalidad, era una preocupación para todas.

Al entrar en los campos, las prisioneras recibían ropa sin forma y les afeitaban la cabeza. Luego perdían peso, sus caderas y sus senos. A todo esto se le añadía la amenorrea.

Hoy en día hay compresas y tampones que están específicamente diseñados para aliviar el "inconveniente" de la menstruación. En los campos de exterminio, la menstruación era difícil de ocultar. A muchas mujeres las trastornaba. A esto se le añadía la falta de trapos y la falta de oportunidades para lavarse. No tenían agua, ni ropa interior, se sentían infrahumanas.

Las mujeres luchaban por encontrar trapos. Julia Lentini, una romaní de 17 años que estuvo en la cocina de Auschwitz-Birkenau cuenta que: "Las mujeres arrancaban la prenda interior que les daban, hacían pequeños trapos, y guardaban esos pequeños trapos como si fueran de oro. Los enjuagaban un poco, los ponían debajo del colchón y los secaban". Eran unos objetos "preciosos" y no eran inmunes al robo. Algunas prisioneras usaban otros materiales, pequeños trozos de papel...

Julia Lentini   FUENTE


Los trapos tenían su propia microeconomía. Además de ser robados, se daban, prestaban y vendían. Elizabeth Feldman de Jong destaca el valor de los trapos de segunda mano. No mucho después de que ella llegara a Auschwitz, sus períodos desaparecieron. Su hermana, sin embargo, continuó menstruando cada mes. Los experimentos que involucraban inyecciones en el útero eran comunes, pero si una mujer estaba en su período, los médicos evitaban la práctica. Un día, Elizabeth fue llamada para ser inyectada. No había ropa limpia, ya que las oportunidades para lavarse eran limitadas, por lo que Elizabeth se puso la ropa interior de su hermana y se la mostró al médico, diciéndole que tenía su período menstrual, eso le salvó del experimento.

Muchas mujeres se sentían avergonzadas, cuando el período llegaba. Esta repulsión "social" por la menstruación, salvó a algunas mujeres de la violación. El 18 de febrero de 1940 en Petrikau, dos guardias secuestraron a dos judías a punta de pistola. Los soldados llevaron a las adolescentes al cementerio polaco. Allí violaron a una de ellas. La otra como tenía el período se salvó de la violación.

Algunas adolescentes experimentaron su primer período sin el apoyo de su familia en el campo de concentración. Las presas de más edad, les proporcionaban ayuda y consejo. Fue un proceso de aprendizaje diferente al que hubieran tenido en su hogar. Era las "familias de campo". La húngara Vera Federman, pasó un tiempo en Auschwitz y en Allendorf. Ella y una amiga consiguieron trabajo en la cocina, un trabajo precioso. Su período volvió y las dos chicas robaban trapos a las guardias. Con esos trapos ayudaban a las prisioneras del campo.


Vera Federman  FUENTE

Después de la liberación, la mayoría de las mujeres que sufrieron amenorrea durante su estancia en los campos de concentración comenzaron a menstruar nuevamente. La menstruación se convirtió en un símbolo de su libertad.

El estudio de la menstruación, un tema que hasta ahora se ha percibido como irrelevante, o incluso repugnante, nos da una visión mucho más matizada de la experiencia de las mujeres sobre el Holocausto. Podemos ver cómo las nociones de menstruación, violación, esterilidad y hermandad cambiaron en los campos.

Vía: History Today

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