El 5 de julio de 1865 el Parlamento Británico aprobó la primera ley del mundo que limitaba la velocidad de circulación de los vehículos autopropulsados. Esta ley surgía pues Gran Bretaña también fue el primer país donde se contabilizaron las primeras víctimas por accidente de tráfico. Una diligencia con motor a vapor explotó y mató a cinco viajeros.
Esta ley limitó la velocidad de los vehículos automotores a 6 kms por hora. y si el vehículo estaba unido a dos o más vehículos, un hombre con una bandera roja debería caminar por lo menos 60 m por delante del vehículo, avisando de su llegada. Las multas por exceso de velocidad eran de diez libras, una auténtica fortuna en esa época.
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El tío con el trapo rojo siguió corriendo durante tres décadas delante de los vehículos. Los ingenieros británicos no desarrollaban ningún avance en la industria automovilística porque esta ley impedía dicho desarrollo. Francia, Alemania y Estados Unidos adelantaron a los británicos, que no pudieron sacar cabeza hasta que el límite de velocidad fue ampliado por la ley de 1896 hasta 25 kms hora. Por supuesto a esta velocidad el empleado de la bandera roja dejó de existir.
Vía: Menudas Historias de la Historia
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