viernes, 31 de marzo de 2017

La nariz más famosa del metro de New York


Una de las figuras más iconoclastas de la historia de la ciudad de Nueva York, fue James Kelly. Durante décadas, “maloliente” Kelly caminaba por los andenes del metro, con sus sentidos aparentemente sobrehumanos, para localizar las  fugas en el extenso sistema de metro de Nueva York.

El metro de Nueva York hoy en día, está equipado con máquinas de alta tecnología para controlar el aire, en busca de posibles señales de peligro; acumulación de gas, agentes biológicos o químicos. Sin embargo, en los primeros días del metro, la detección de estos peligros correspondía a los trabajadores del metro. Y no había nadie mejor en el "oficio" que Kelly.

Nacido en Irlanda en 1898, Kelly como muchos irlandeses, terminó en Nueva York y comenzó a trabajar como ingeniero de mantenimiento de la Autoridad de Tránsito en 1926. Kelly decía que todo lo que se necesitaba para ser un buen detector de fugas subterráneas era “oídos rápido, buena nariz y los mejores pies”.

"Smelly" Kelly, using his famous nose.
James Kelly  FUENTE

Sólo tomó un par de años para que Kelly se ganase su reputación por su asombrosa habilidad para localizar fugas que nadie más podía encontrar. A Kelly se le dió un pequeño equipo de ayudantes que estaban disponibles durante todo el día. Kelly y su equipo se encargaban de caminar por el metro de Nueva York, en busca de fugas. Las hazañas de Kelly pronto le convirtieron en una leyenda local.

Caminaba todos los días 16 kilómetros, en busca de manchas de humedad u otras señales de fugas, usando algunas herramientas poco ortodoxas que el propio Kelly había diseñado. Entre ellas estaba la “Aquaphone”, un receptor de teléfono estándar con un alambre de cobre unido al diafragma. El extremo final del cable tocaba las bocas de incendio y si se escuchaba un silbido es que una fuga estaba próxima. Otra de sus creaciones era un estetoscopio al que se había unido una barra de acero, que tocaba al pavimento para escuchar las posibles fugas.

La historia más sensacional del sentido del olfato de Kelly, fue cuando situó en la estación de la calle 42, un hedor que había impregnado el metro. Kelly localizó la fuente del olor. Su afirmación fue correcta. La estación en cuestión había sido construida por debajo de la ubicación del viejo hipódromo. En el hipódromo a menudo actuaba un circo, y las capas de heces de los elefantes habían terminado enterradas en el lugar. Una tubería principal de agua había rehidratado el estiércol fosilizado y se había filtrado en el metro.

Kelly, tenía otro don, que consistía en encontrar anguilas y peces que taponaban las tuberías. A principios de 1940, no era raro que los peces que se extraían de los depósitos del sistema de agua de la ciudad, terminaban atrapados en las tuberías. Pero su pesca subterránea fue interrumpida en 1950, una vez que se instalaron rejillas de malla en el sistema de agua de la ciudad.

Vía: Atlas Obscura

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