Los aztecas ya comían tomate en el siglo VIII, lo llamaban “tomatl,” (su nombre en náhuatl). Los tomates fueron introducidos en Europa por los conquistadores españoles en el siglo XVI. Algunos investigadores atribuyen a Hernán Cortés las primeras semillas que llegaron a Europa en 1519, donde el tomate se utilizaba con fines ornamentales.
A finales de la década de 1700, un gran porcentaje de europeos temían al tomate. Se le llamaba la "manzana envenenada". Los aristócratas enfermaban y morían después de comerlo. Pero la culpa no la tenía el tomate, la gente de buena posición utilizaba platos de peltre, que contenían mucho plomo. Debido a que los tomates son muy ácidos, cuando se colocaban sobre este tipo de vajilla, el ácido del tomate liberaba el plomo de la placa, dando como resultado muchas muertes por envenenamiento.
Plato de peltre FUENTE |
El tomate se extendió poco a poco junto a un montón de mitos. Los temores y rumores de potencial veneno de la planta detuvieron su extensión. En la década de 1830 cuando se cultivaba en Nueva York, surgió una nueva preocupación. El gusano verde del tomate, un gusano de diez centímetros de largo, con un cuerno que sobresalía de la espalda. Se creía que sólo que con que te rozase el gusano podrías morir.
Gusano cornudo del tomate FUENTE |
Alrededor de 1880, con la invención de la pizza en Nápoles, el tomate creció en popularidad. Hoy en día, los tomates se consumen en todo el mundo en innumerables variedades. Se producen mil millones de toneladas al año.
Vía: Smithsonian
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