miércoles, 23 de diciembre de 2015

Los ladrones de dientes


Cuando George Washington fue investido como primer presidente de los Estados Unidos en 1789, solo le quedaba un diente. El Dr. John Greenwood un dentista de Nueva York, y ex soldado de la Guerra de la Independencia, hizo una prótesis de marfil de hipopótamo, utilizando resortes de alambre de oro y tornillos de latón para mantener unidos los dientes humanos que había conseguido.

John Greenwood  FUENTE

Artilugios como este eran engorrosos y dolorosos de llevar. Además estos dientes a menudo eran arrancados de las bocas de muertos a causa de la sífilis, infectando así a sus nuevos dueños cuando el tejido contaminado entraba en contacto con heridas abiertas en la boca.


Dentadura inferior de George Washington: Observe el agujero para su diente único superviviente a perforar.
Dentadura inferior de George Washington. Con un agujero para su único diente sano    FUENTE


Lo que los dentistas necesitaban era el acceso a dientes jóvenes y saludables. Esa oportunidad se presentó durante la Batalla de Waterloo en 1815, donde murieron 51.000 hombres. "Los dientes de Waterloo", como se les conocía, hacían referencia a los dientes robados de las bocas de los soldados muertos. Fue un término empleado durante las guerras civiles de Crimea y la Norteamericana. Los ladrones de dientes seguían a los ejércitos en la batalla, y regresaban a casa con bolsas llenas de dientes que vendían a los dentistas a muy buen precio.

Las prótesis hechas con estos dientes llevaban consigo el estigma del robo y eso no era bien visto entre la clase alta desdentada. Con el tiempo, los dentistas se vieron obligados a desarrollar técnicas que utilizaban nuevos materiales (porcelana) para crear prótesis dentales que no requerían el uso de los dientes de los muertos.


Dentadura hecha con dientes de Waterloo  FUENTE

Sin embargo, esta práctica del robo de dientes a los cadáveres continuó hasta bien entrado el siglo XIX, lo que provocó que un profesor de anatomía en el Trinity College de Dublín comentase la hipocresía de los ricos hacia los ladrones de cuerpos. "No creo que las clases altas y medias han entendido los efectos de su conducta cuando participan en obstaculizar el proceso de disección ... muchas personas de la aristocracia llevan en sus bocas dientes que han sido robados a un cadáver".

Vía: The Guardian



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