Insectos cyborgs

Si tu estás atrapado bajo los escombros después de un terremoto, preguntándote si veras la luz del día una vez más, la última cosa que necesita es un zumbido de insectos alrededor de tu rostro. Pero los insectos podrían salvar tu vida, si un proyecto financiado por el Pentágono tiene éxito.

El proyecto apunta a copiar la forma en que algunos insectos se comunican para dar la alerta temprana de ataques químicos en el campo de batalla - el equivalente de los "canarios en una mina de carbón". Los investigadores dicen que esta tecnología se podría poner en funcionamiento en la vida civil; desde la localización de las víctimas de los desastres a la vigilancia de la contaminación y las fugas de gas, o actuando como detectores de humo.

Los investigadores del Pentágono han creado insectos cyborgs; implantando electrodos a insectos para controlar los músculos de sus alas. El proyecto más reciente es la creación de redes de comunicación por la implantación de un paquete electrónico en grillos y cigarras los cuáles se comunican a través del ritmo de las alas. Estos implantes modularán el ritmo del aleteo de los insectos para prevenir presencias de sustancias químicas.

"Podremos hacer esto mediante el ajuste de la tensión muscular o algún otro parámetro que afecta el sonido que producen los movimientos. El insecto en sí podría no notar la modulación", dice Ben OpCoast de Epstein, quien tuvo la idea durante una visita a China , donde escuchó a las cigarras modulando sus alas en sus comunicaciones.

La prioridad del Pentágono es que los insectos puedan detectar agentes químicos y biológicos en el campo de batalla, pero Epstein dice que podría ser modificado para responder a la fragancia de los seres humanos y, por tanto, ser utilizados para buscar a supervivientes de terremotos y otros desastres.

El verdadero desafío será miniaturizar la electrónica. La empresa está buscando a especies tales como el omnipresente grillo. Cada red es probable que use a cientos o miles de insectos. La ciencia ficción cada vez es más real.

Fuente: New Scientist