El 17 de noviembre de 1941. En el pueblo de Mussino al Suroeste de Klin, se ha instalado el puesto de observación de una batería pesada alemana.
Tanques T-34 rusos avanzan traqueteantes sin ningún acompañamiento de infantería, por los surcos helados. Desde las casas del pueblo, los cañones antitanques abren el fuego. A la derecha es avistada la caballería y verdaderamente era la caballería mongol. Se acerca al trote. Se organiza en escuadrones. Levantan los sables que brillan al sol. Se lanzan al galope a unos 2.500 metros.
Tanque T-34
El soldado de la ametralladora se prepara y sobre los campos nevados de Mussino da comienzo un terrible espectáculo: La 3° Batería del 107 Reg. de la División 106 dispara granadas, en medio de los escuadrones atacantes. Los caballos caen, los jinetes vuelan por el aire. Humo, explosiones. Los jinetes son hechos trizas sobre las monturas. Los caballos caen muertos.
Y sin embargo el horrible espectáculo no ha terminado: Un segundo regimiento sale del bosque y se despliega para atacar a su vez…Soldados y oficiales han presenciado la muerte de sus compañeros y sin embargo se lanzan a la muerte sin vacilar. La artillería alemana destruye esta segunda oleada mas rápidamente aun que la primera. Únicamente el grupo escogido que va en cabeza, con sus pequeños caballos cosacos ligeros como flechas, logra atravesar el muro de muerte que levanta la artillería…
Pero bajo el fuego de las ametralladoras, se termina su ultima carga. Dos mil caballos y jinetes de los dos regimientos de la 44° División de Caballería Mongol yacen destrozados sobre la nieve ensangrentada.
Desde el punto de vista militar el ataque era una locura. Que objeto tenia sacrificar 2000 hombres para no causar ningún daño a los alemanes.Del lado alemán no hubo ni siquiera un herido. Pero este ataque indicaba claramente con que decisión, y con que implacable crueldad iba a defender el alto mando soviético los accesos a la capital. Así era como ordenaba Stalin que se luchase.
Vía: Historia m.foros Operación Barbarroja. Paul Carell
Foto: Panzernet
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Nada justifica la pérdida de una sola vida. Y el grandísimo idiota de Stálin (como muchísimos otros grandísimos idiotas y siempre desde su escritorio) ordenó avanzar a 2000 cosacos que se convirtieron en aproximadamente 160.000 kilos de despojos humanos. Hoy se sigue haciendo lo mismo pero con seguimiento satelital (por supuesto, siempre hay un idiota tras un gran escritorio que ordena a los hombres que vayan y se maten.)
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