El 1 de febrero de 1951, Henrietta Lacks, madre de cinco hijos, oriunda de Virginia del Sur, y residente en Dundalk - se fue al Hospital Johns Hopkins con un síntoma preocupante: manchaba su ropa interior. Ella fue diagnosticada con cáncer cervical. Ocho meses más tarde, a pesar de la cirugía y la radioterapia, murió a los 31 años en una sala para negros, aún había segregación racial. Sin embargo no toda Henrietta Lacks murió aquella mañana de octubre. Ella sin saberlo, dejó una parte de sí misma que aún vive en la actualidad.
Henrietta Lacks |
Mientras estaba en el hospital Hopkins, los investigadores tomaron células tumorales de Henrietta y las colocaron con nutrientes en una incubadora. Las células, llamadas "HeLa" de Henrietta Lacks, se multiplicaron fuera del cuerpo humano, duplicando su número cada día. Su crecimiento generó un gran avance en la investigación con células, los investigadores podían experimentar de forma fiable en cultivos celulares, pues no se debilitaban ni morían. Eran unas células inmortales. El día de la muerte de Henrietta, el jefe del laboratorio en investigación de cultivos del hospital Hopkins, el doctor George Gey,delante de las cámaras de televisión, y con un tubo de células HeLa, anunció que una nueva era en la investigación médica había comenzado, una que, algún día, podría producir una cura para el cáncer.
Cuando se descubrió que HeLa podría sobrevivir incluso envíandolas a través del correo, Gey las envió a sus colegas de todo el país. La demanda se incrementó rápidamente, por lo que las células se producieron en masa y viajaron por todo el mundo, incluso al espacio, en un satélite no tripulado para determinar si los tejidos humanos podrían sobrevivir en gravedad cero.
George Gey |
En el medio siglo transcurrido desde la muerte de Henrietta Lacks, sus células tumorales, han sido continuamente utilizadas para la investigación en el cáncer, el SIDA, los efectos de la radiación, mapeo de genes, y un sin número de actividades científicas. El Dr. Jonas Salk utilizó HeLa para ayudar a desarrollar su vacuna contra la polio en los años 50. En el mundo biomédico, las células HeLa son tan famosas como las ratas de laboratorio y las placas de petri.
Sin embargo, Henrietta Lacks estaba en el anonimato. Gey, por supuesto, sabía los orígenes de HeLa, pero creía que la confidencialidad era primordial. La familia de Henrietta no sabía que sus células aún vivía, y mucho menos la importancia de las mimas. Después de la muerte de Gey en 1970, se supo la verdad. La familia recibía peticiones de investigadores que querían muestras de sangre de la familia para conocer su genética. La familia se sorprendió cuando se enteró de que las células de Henrietta estaban en todo el mundo. La hija de Henrietta, Deborah Lacks-Pullum, sufrió un shock al saber que las células de su madre se habían mantenido vivas al servicio de la ciencia.
Desde que la familia se enteró de la contribución involuntaria de Henrietta, poco se ha hecho en su honor. Como dice Deborah "Nunca supimos que tomaron sus células, y la gente se hizo rica con su venta y no recibimos ni un centavo".
Su cuerpo descansa en una parcela sin nombre en un cementerio al lado de su casa de la infancia, ahora abandonado.
Vía: City Paper
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