jueves, 21 de enero de 2016

El hombre que quiso convertir la noche en día


Los empleadores siempre han tenido como objetivo maximizar la productividad del trabajador. Hoy en día se puede explotar el correo electrónico, teléfonos inteligentes... para extender el alcance de la jornada laboral. En los años 90, un equipo de astrónomos e ingenieros rusos estaban empeñado en convertir la noche en día. Por medio de un espejo gigante el espacio, se dieron cuenta que podían atraer la luz del sol hasta las profundidades de la noche, ampliando la jornada laboral, recortando en los costos de iluminación, haciendo que los trabajadores laborasen más tiempo. Los científicos, dirigidos por Vladimir Sergeevich Syromyatnikov, uno de los más importantes ingenieros de la astronáutica de la historia, intentaron hacerlo.

Syromyatnikov  FUENTE

Vladimir Syromyatnikov se graduó en la Universidad Técnica de Moscú en el año 1956. Con 23 años, se ganó un puesto en el programa de diseño de cohetes para el espacio soviético. En el Instituto de Desarrollo Número 88, Syromyatnikov trabajó bajo las órdenes de Sergey Korolev, el diseñador jefe del misil balístico que lanzó el Sputnik en 1957. Syromyatnikov ayudó a diseñar la primera nave espacial tripulada del mundo, el Vostok, que puso a Yuri Gagarin en órbita en 1961.

Syromyatnikov ascendió rápidamente en el programa espacial ruso, debido en gran parte a su brillantez en los sistemas de acoplamiento. Hoy en día, es muy conocido por inventar el mecanismo que permite que dos naves espaciales se unan. Construyó el Androgynous Peripheral Attach System. Sus diseños se siguen utilizando en los transbordadores que atracan en la Estación Espacial Internacional. Este sistema nunca ha fallado en el espacio, en más de 200 operaciones de acoplamiento.

Pero a finales de 1980, lo que Syromyatnikov realmente quería hacer era diseñar una vela solar que podría aprovechar el poder del sol para propulsar una nave espacial a través de la galaxia, que también podría, por ejemplo, reflejar la luz solar a la Tierra durante la oscuridad de noche. El Estado Soviético, sin embargo, vieron en ello una manera para maximizar la eficiencia del trabajo. A lo largo de la era soviética, los científicos rusos estaban obsesionados con encontrar maneras de aumentar la productividad de las tierras de cultivo y de los trabajadores en las regiones del norte de Rusia, donde los días eran extremadamente cortos en el invierno. En 1988, Syromyatnikov se apropió de la idea, para conseguir patrocinadores para sus "velas solares".

Androgynous Peripheral Attach System  FUENTE

Después de la caída de la Unión Soviética, el objetivo se mantuvo en los círculos científicos rusos. La idea inicial del proyecto era proporcionar iluminación para la explotación de recursos naturales e industriales en zonas geográficas remotas con noches polares, lo que permitiría trabajar durante todo el día. Esta idea se amplió posteriormente para incluir la posibilidad de suministrar iluminación nocturna para la totalidad de las áreas metropolitanas.

Syromyatnikov reunió a un equipo que construir el satélite que se llamaría Znamya (Bandera). Era, en esencia, un espejo de 20 metros. El satélite será lanzado desde la Tierra a la estación espacial Mir, y luego de la Mir se pondría en órbita. Luego se desplegarían ocho secciones, que abarcarían 20 metros, para desviar la luz del Sol a la Tierra, iluminando el hemisferio a oscuras.

El plan era probar primero este espejo(Znamya 2), a continuación, una versión de 25 metros (Znamya 2.5), finalizando la fase de prueba con un espejo de 70 metros (Znamya 3). Por último se pondría uno permanente en el espacio de 200 metros. Se trataba de colocar una cadena de muchos satélites sincronizados a una altitud de 1700 kilómetros. Una vez esta red estuviese completamente extendida con espejos de 200 metros de diámetro, cada satélite espejo tendría la capacidad para iluminar un área de 16 Km cuadrados en la Tierra con un luz casi 100 veces mayor que la luz de la luna.

Znamya 2 desplegado  FUENTE

Después de años de desarrollo, en 1992, Syromyatnikov y su equipo pusieron el Znamya-2 a bordo del Progress M15, con destino a la estación espacial Mir. El reflector iba a ser desplegado en diciembre de ese año, pero las autoridades espaciales rusos retrasaron su puesta en órbita.

 El 4 de febrero de 1993, Znamya dejó la Mir. Cuando se encontró su órbita a una distancia segura, el espejo fue desplegado con éxito. Y, efectivamente, se envió un haz de cinco kilómetros de ancho de luz de a la Tierra. El haz se extendió por Europa, avanzando desde el sur de Francia al oeste de Rusia a una velocidad de ocho kilómetros por segundo. Su luminosidad fue equivalente a una luna de llena. Desafortunadamente, la excesiva nubosidad impidió el efecto deseado. Aún así, la teoría se había demostrado correcta. Znamya estuvo en órbita unas horas y se quemó en la atmósfera en su reentrada a la Tierra. Znamya 2 se ganó los recursos suficientes para continuar el proyecto.

La oposición al proyecto surgió de inmediato y desde muchas direcciones. Los astrónomos expresaron su consternación por las consecuencias para la observación espacial. Científicos y ambientalistas declararon que tendría consecuencias fisiológicas perjudiciales para los animales y los seres humanos, en el que la ausencia de alteraciones periódicas entre noche y día interrumpiría varios patrones metabólicos, incluyendo el sueño...

El 5 de febrero de 1999, el Znamya 2.5 salió de la Mir. Al desplegarse los espejos uno de ellos quedo atrapado en las antenas del Mir. El control de la misión trató de liberar el espejo, pero ya era demasiado tarde. Syromyatnikov trató de corregir este fallo, y siguió adelante con sus planes de construir el Znamya 3.

FUENTE

La financiación del Znamya-2.5 fue muy difícil. La falta de financiación pública para apoyar las investigaciones científicas, hacía que se buscase patrocinadores extranjeros. Se necesita más de 100 millones de dólares para el Znamya 3. Los inversores nunca llegaron. Tras el fracaso de Znamy 2.5, se perdió interés en el proyecto. Syromyatnikov fue relegado al diseño conceptual de espejos espaciales. Se vio obligado a renunciar a su sueño de lanzar veleros solares. La búsqueda de convertir el día en noche desde el espacio había terminado, y la noche había ganado.

Justo antes de morir, en 2006, dio una entrevista a IEEE Spectrum, en el que relataba que no dejaba de trabajar, a sus 70 años, principalmente en los mecanismos de acoplamiento para los cohetes Soyuz.






Vía: Motherboard

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