Hace cien años, la primera fábrica de Haribo puso en marcha sus máquinas en su confitería a orillas del Rin en Alemania. Su fundador Hans Riegel, de 27 años, mantuvo su modesto negocio hasta que consiguió el éxito. La fórmula exacta para este éxito en forma de oso sigue siendo un secreto, pero su receta incluye gelatina, azúcar, una tetera de cobre, un rodillo y la magia de la termodinámica.
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Las gominolas Haribo Goldbear son una de las golosinas más vendidas en el mundo. La compañía ha crecido desde la ciudad natal de Riegel, Bonn, hasta 16 fábricas en Europa, Asia, Australia y América del Sur. Próximamente va abrir su primera planta en los Estados en Wisconsin, en septiembre de este año.
La compañía cocina 100 millones de ositos de goma al día, además de muchos otros masticables. Vende más de mil variedades en Alemania y lanza nuevas líneas cada temporada. Sin embargo, crear un nuevo sabor en Haribo requiere casi la perfección. Los científicos de alimentos de la compañía prueban exhaustivamente cada receta para detectar aroma, textura y preferencias regionales. La compañía incluso tuvo que cambiar la famosa receta de Riegel al presentar los ositos en Estados Unidos en la década de 1980.
Una masticación firme con una explosión de sabor y muchas porciones en una bolsa, es lo que hace que los clientes de Haribo vuelvan por más. Curiosamente, nuestro sabor favorito no necesita coincidir con su contraparte afrutada.
La mayoría de las gominolas contienen del 5 al 10 por ciento de zumo de frutas y el resto es agua azucarada. Hay sabores y colorantes no sintéticos, pero en realidad siguen siendo en su mayoría productos químicos.
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La fórmula tradicional ha ido cambiando, por ejemplo, se usa frutas liofilizadas y vegetales en polvo para diseñar suplementos con una masticación gomosa para pacientes con cáncer. Si bien se tiene como objetivo preservar tantos compuestos naturales como sea posible.
Haribo, está ensayando con opciones veganas y sin gluten. Se espera que estos futuros dulces lleguen a las mismas notas tiernas que Riegel una vez coció a fuego lento. Y aunque los gustos de las personas pueden cambiar con el tiempo, al final, siempre querrán dos cosas: una gominola en la que hundir los dientes y que el sabor se salga de lo común.
Vía: Popsci
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